Mi Salvador y mi Dios
«¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.» (Salmos 42:5). ¿Por qué andaríamos preocupados y ansiosos si confiamos y esperamos la salvación de Dios, que es justo y verdadero? Si tenemos la seguridad de que somos hijos de Dios, entonces, nada nos faltará. Y llegará el día en que Lo veremos cara a cara, en Su Trono Celestial. Por Ester Bezerra
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