Lo que la mujer de Dios NO es y NO hace
Es tan independiente que no necesita estar dentro de la voluntad de Dios, le bastan sus propias ideas.
Es más valiente para pecar que para vivir en santidad para Dios.
Depende de la autoestima para sentirse bien consigo misma y no se preocupa de quién es en el interior.
No se arrepiente de ninguno de los errores que comete, pues se justifica por ser víctima de los demás.
Se jacta de la belleza, la moda, la popularidad y la carrera de la que puede presumir, pero no le da importancia a la eternidad.
Desiste fácilmente de lo que es bueno, pero insiste en ser orgullosa de quien es.
Complica todo en la vida, siempre queriendo vivirla intensamente, y olvida que todo lo que se siembra un día será cosechado.
No piensa en el mañana, mucho menos aprende de sus propios errores, prefiere dejar todo para después cuando normalmente ya es muy tarde.
Le da más valor a la palabra de personas que apenas conoce, que no viven en la fe, que a la Palabra del propio Dios, en quien dice creer.
Solo piensa en realizar sus propios sueños, hacer su voluntad y el resto… después le carga la cuenta a Dios.
Nunca está satisfecha, siempre quiere más, nada es suficiente para ella.
No invierte en lo espiritual, no valora al Espíritu Santo, pero fácilmente culpa a Dios por sus fracasos.
Se promueve a sí misma en la insana búsqueda de seguidores y se engaña al decir que lo hace para Dios.
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