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Frutos de los propios pensamientos


«Oye, tierra: he aquí, yo traigo una calamidad sobre este pueblo, el fruto de sus planes, porque no han escuchado mis palabras, y han desechado mi ley.» (Jeremías 6:19).

El propio pensamiento inicuo del pueblo que ya había conocido al Dios Todopoderoso los hizo olvidar las maravillas y libramientos del Señor. Y, al pasar por los desiertos de la vida, no soportaron las dificultades, fueron llevados por las dudas y se perdieron por la fascinación del mundo. Por eso, se quedaron sin temor por la Palabra que les fue dada y el debido cumplimiento de las Leyes de Dios. Por Ester Bezerra

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