¿Y sus errores?
¡Es tan fácil identificar el error de los demás y pensar después en cuál sería el mejor castigo o las debidas consecuencias que deberían venir sobre ellos!
Pero ¿y ver sus propios pecados? ¿Y soportar el peso de la justicia de Dios sobre sí mismo sin reclamar? ¿Y tener conciencia de que lo que sucede en el presente no es nada más ni nada menos que la ley de la siembra y cosecha cumpliéndose?
Leer e interpretar la vida de los demás es simple, pero leer y entender la propia vida exige sabiduría. El autoconocimiento y la buena conciencia son virtudes inusuales y para pocos.
Antes de enfocarnos en los errores y en los castigos ajenos, observemos con discernimiento nuestras propias faltas.
Por Núbia Siqueira
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