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¿Tu vida da señales de fruto?



El Señor Jesús dijo en Juan 14:26: «Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas». El Espíritu Santo no solo hace que la persona comprenda, sino que también viva la Palabra de Dios. Y Él produce lo que la Biblia llama fruto, es decir, la vida de la persona, como un árbol, da señales. Si la persona tiene el Espíritu Santo, debe dar frutos del Espíritu Santo. En Gálatas 5:22-23, el apóstol Pablo afirma que «el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio».

Para aclarar qué es este fruto, la Universal inició el estudio llamado El Fruto del Espírito Santo, el pasado 27 de marzo. Se estará llevando a cabo todos los miércoles durante nueve semanas. El tema fue elegido para aclararle a cada participante de la reunión que mientras la armadura de Dios nos fortalece espiritualmente, el Espíritu fructifica la identidad Divina en nosotros. Para una persona que tiene al Espíritu Santo, el problema del tamaño del mundo es solo un grano de polvo; pero para aquel que no Lo tiene, un grano de polvo es del tamaño del mundo, porque se desespera, cualquier cosa, cualquier problemita la derriba.


Sé como la sumaúma


¿Has oído hablar de la sumaúma? El árbol, que tiene el nombre científico de Ceiba pentandra (L.) Gaerth, se puede encontrar desde la Cuenca del Amazonas hasta el río Acre, pero solo en suelos ricos en nutrientes. En la edad adulta, la sumaúma suele alcanzar unos 50 metros de altura y 2 metros de diámetro de tronco, pero puede llegar hasta 70 metros de altura. De sus semillas se extrae un aceite comestible; con su corteza, se puede hacer un té indicado para el tratamiento de la malaria; y su savia se utiliza contra la conjuntivitis, según estudios. En cuanto a sus raíces, son capaces de absorber agua desde las profundidades del suelo amazónico y se convierten en una fuente inagotable tanto para sí mismas como para otros árboles. Quien intenta cortar las raíces expuestas encuentra agua de buena calidad.

No es de extrañar que la sumaúma tenga el apodo de «árbol de la vida» y «escalera del cielo», pues de ella brota lo que sacia la sed. De la misma manera, las personas que tienen al Espíritu Santo son «como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto», como está escrito en Jeremías 17:8.

Y en Ezequiel 47:12, se lee: «Junto al río, en su orilla, a uno y otro lado, crecerán toda clase de árboles que den fruto para comer. Sus hojas no se marchitarán, ni faltará su fruto. Cada mes darán fruto porque sus aguas fluyen del santuario; su fruto será para comer y sus hojas para sanar». Esto es lo que hace el Espíritu Santo dentro de cada persona, pues Su fruto se perpetúa en aquellos que se convierten en una fuente.


Escuela de la Fe Inteligente


Este miércoles 3 de abril abordaremos más sobre este tema. No te lo puedes perder. Te esperamos en el Templo de los Milagros: Av. Cañoto # 259, en el primer anillo, o bien, en la Universal más cercana.

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