¿Tu mente está confundida?
En algún momento de tu vida seguramente ya te hiciste esta pregunta: «¿por qué estoy pasando por esta situación?». Quizá por algún instante incluso has cuestionado a Dios e intentado entender el motivo por el cual Él permitió que ciertos problemas ocurrieran en tu vida. Lo que necesitas entender es que no todo sucede de la manera y en la hora en la que tú quieres. La realidad es que algunas circunstancias surgen para intentar desviarte de los caminos de Dios, ya sea con chismes que te contaron, una injusticia que viste o alguna maldad que te hicieron. A causa de ese tipo de situaciones, hay personas que abandonan al Señor Jesús cuando las cosas no salen como esperan. En consecuencia, ellas se sienten desorientadas, perdidas, confundidas y sin saber cuál rumbo deben seguir. A causa de eso, algunas personas toman malas decisiones. ¿Ya te sentiste así? En lugar de dejarte llevar por los contratiempos, procura aprender con cada experiencia que la vida te ofrece. Todo depende de la forma como ves las cosas. Las adversidades sirven para aproximarte a Dios, por eso, no dejes que eso te confunda ni te desalienten. La Palabra de Dios enseña en Salmos 71:1: «En ti, Señor, me he refugiado; jamás me dejes quedar en vergüenza». Mientras tu esperanza esté puesta en la Palabra de Dios, jamás estarás confundido(a) o desorientado(a), pues como está escrito en 1 Corintios 14:33: «porque Dios no es Dios de confusión». Entonces, mientras confíes en Dios no serás confundido(a), aunque las cosas a tu alrededor no estén de la manera que quisieras, tu mente estará en orden. Por otro lado, la persona que está confundida, tiene una mente inclinada al mal, pues se cierra a la razón y no consigue darse cuenta de lo que está frente a ella, por eso no hay manera de ayudarla, porque no escucha. ¿Ya pensaste qué pasaría si cada vez que surja algún problema te dejas llevar por la confusión en tus pensamientos? Para evitar eso, necesitas fortalecer tu fe y confiar en Dios. Todos tenemos puesta nuestra esperanza en algo o en alguien, sin embargo, de ninguna manera debes tener tu corazón en cosas o personas porque si algún día ya no las tienes quedarás perdido. Necesitas buscar más, orar más y tener el deseo de agradar a Dios. Independientemente de lo que pase, necesitas apegarte a Él y entender Su propósito. Cualquier cosa que Dios ponga en tus manos tendrá éxito porque Él es quien da la dirección. Cuando confías en Dios haces todo con felicidad y ánimo, pues entiendes que todas las cosas cooperan para el bien de aquellos que lo aman (Romanos 8:28).
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