Si no creo en el mal no me puede tocar. ¿Será?
Es común escuchar personas que dicen: «yo no creo en la brujería», «el diablo, si existe, no es tan malo», «solo les hace daño a los que creen en la brujería, porque se sugestionan», y un largo etcétera, que lamentablemente no es dicho solo entre las personas que no creen en Dios, sino también entre aquellos que dicen ser cristianos. Sin embargo, dudar de la opresión del mal es un falso paliativo porque, por más que puedan bromear con esos temas, eso solo los deja más vulnerables a la acción de las fuerzas de los espíritus. A la luz de la verdad La Palabra de Dios nos muestra que las personas son blanco de las entidades malignas como podemos leer en Hechos 8:7 «De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos». Muchos viven atormentados por el mal, como en el siguiente versículo: «—Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla.» (Marcos 9:17). Esto nos deja claro que los espíritus malignos son reales y afectan la vida de las personas, sea con padecimientos sin explicación, pensamientos malos, deseos de muerte, separación, miseria, insomnio, quitando el habla como en el versículo citado, y la lista sigue. ¿Qué se puede hacer? Cuando las personas son incrédulas ante la existencia de los espíritus malignos, al mismo tiempo están negando la Palabra de Dios que nos muestra su influencia en la humanidad. Por ello, la única manera de ser libre es buscando al Único que es capaz de librarlas de toda opresión: Jesús. Si la persona no se entrega con sinceridad a Dios, su vida solo tiende a empeorar. «Cuando un espíritu maligno sale de una persona, va por lugares áridos, buscando descanso sin encontrarlo. Entonces dice: “Volveré a la casa de donde salí”. Cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Luego va y trae a otros siete espíritus más malvados que él, y entran a vivir allí. Así que el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero.» (Mateo 12:43-45). Por ello, cuando una persona no se encuentra bajo la protección de Dios, está subordinada a los deseos del maligno, pues los espíritus inmundos controlan todos o casi la mayoría de los aspectos de su vida, manteniéndolas esclavas del pecado y el dolor. Sin embargo, aquellos que se disponen a seguir a Jesús verdaderamente y lo aceptan como Señor y Salvador, recibiendo Su Espíritu, tienen la protección del Altísimo y la garantía de que ningún mal los puede tocar, porque no hay entidad que tenga o pueda tener mayor autoridad que el Señor. «Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección, ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar. Porque Él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos. Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna. Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes! “Yo lo libraré, porque él se acoge a Mí; lo protegeré, porque reconoce Mi nombre. Él me invocará, y Yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación”.» (Salmos 91:9-16). Viernes de Liberación Espiritual Te invitamos a participar todos los viernes en la reunión de Liberación Espiritual, pues haciendo uso de tu fe, es posible alcanzar la liberación total y la transformación de vida al ser deshecha toda obra del mal. Te esperamos en Av. Cañoto #259, en el primer anillo, especialmente a las 7:30 p. m., o bien haz clic aquí para conocer la Universal más cercana a ti.
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