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Semana Santa: tiempo para reflexionar y fortalecer tu fe

Los últimos días de marzo nos recuerdan el Amor más grande del mundo y lo que podemos hacer para acercarnos a Dios.

Es interesante notar, en el libro bíblico del Génesis, el esmero de Dios Creador al generar al hombre, hecho a su semejanza (Génesis 1,27) y al darle el aliento de vida (Génesis 2,7). Este esfuerzo Divino no fue utilizado en ninguna otra obra de Su creación. En Juan 20:21-22 encontramos a un Cristo resucitado, quien dijo: “Como el Padre me envió, así también yo os envío. Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.


En este sentido, la Obra que Dios comenzó en el Edén se perfecciona cuando recibimos Su Espíritu, momento en el que verdaderamente nos convertimos en Sus hijos. Fue en el Edén donde la serpiente llevó a la mujer y al hombre al pecado y fue también allí donde Dios hizo “(…) túnicas de pieles, y los vistió” (Génesis 3,21). En la Sagrada Biblia con las Anotaciones de Fe del obispo Edir Macedo, aprendemos que este detalle “simbolizaba el futuro sacrificio del Señor Jesús en el Gólgota. Es decir, así como la piel de un animal sirvió como vestimenta para cubrir la desnudez de Adán y Eva, la sangre del Señor Jesús derramada en la cruz cubriría y limpiaría toda la vergüenza del pecado ante el Creador”.


Es durante la Semana Santa que somos invitados a meditar en todo lo que Dios hizo –y ha hecho – por nosotros. La Pascua era una de las fiestas conmemorativas de los judíos, como señala el obispo: “ella traía el recuerdo del paso del ángel destructor por la tierra de Egipto para herir a todos los primogénitos. Sin embargo, los hijos de Israel fueron guardados, porque tenían la marca de la sangre del cordero en los postes de sus puertas. Asimismo, el Señor Jesús es el Cordero de Dios que fue sacrificado por nosotros. Su sangre nos limpia de nuestros pecados y nos libera de la muerte eterna”.


HISTORIA DE PASIÓN


Días antes de la Pascua, cuando el Señor Jesús estaba sentado a la mesa, vino María y “tomando un manojo de ungüento puro de nardo, muy caro, ungió los pies de Jesús, y secó sus pies con sus cabellos” (Juan 12:3). ). Allí, el Señor Jesús declaró que ella anticipaba ungir Su cuerpo para la sepultura (Juan 12:7). En otra ocasión, cuando la gente oyó que Jesús venía a Jerusalén, “tomaron ramas de palma y salieron a su encuentro (…). Y encontró Jesús un pollino y montó sobre él (…)” (Juan 12:12-14).



Al reunirse con los discípulos para cenar, Jesús dijo: “Mucho he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes que padezca. (…) Y tomando pan (…) lo partió, y se lo dio, diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros; haz esto en memoria mía”. Asimismo, tomó la copa después de cenar, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre que por vosotros es derramada” (Lucas 22,15,18-20).


Lavó los pies a los discípulos (Juan 13), les dejó, una vez más, ejemplo de servicio y además prometió no dejarnos solos, sino con el Espíritu Santo, el Consolador, el Espíritu de Verdad (Juan 14,16-17).


Fue en Getsemaní, lugar que significa prensa de aceite, donde Él “comenzó a tener miedo y a angustiarse”, como indica Marcos 14:34. “(…) Y estando en agonía, oraba con más intensidad, y su sudor se volvió como grandes gotas de sangre (…)” (Lucas 22,42-43).


Por tanto, Aquel que “nunca cometió una sola transgresión, llevaría en su cuerpo las maldiciones (…) y toda clase de males cometidos por los hombres”, como explica el Obispo en sus comentarios en la obra citada anteriormente. Señala además que “si el primer Adán, cuando pecó, recibió el castigo de tener que derramar el sudor de su frente para sobrevivir en este mundo, el Último Adán, el Señor Jesús, necesitaría derramar no sólo Su sudor, sino también también Su preciosa sangre para liberar de sus pecados al pueblo arrepentido”.


En el Gólgota, Él fue crucificado. Este día lo recordamos como Viernes Santo.El sábado de

Aleluya se cree que descendió a los infiernos, porque en 1 Pedro 3:18 está escrito: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados (…) para llevarnos a Dios (…). En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados (…)”. Efesios 4:9 ya describe que Él ascendió, pero que antes “había descendido a lo más profundo de la tierra”. El Domingo de Pascua celebra la resurrección de Cristo. Para el obispo, “la resurrección es el acontecimiento más grande de las Escrituras. Sin ella no hay vida eterna y tanto la predicación como la fe se vuelven vanas” (1 Corintios 15:17)”.


PARTICIPE


La Semana Santa comienza el Domingo de Ramos, 24 de marzo. Esta no es una semana cualquiera, sino una oportunidad para santificarte. La actual edición del Ayuno de Daniel finalizará el Domingo de Pascua, 31 de marzo, acercando a los participantes a la promesa del Señor Jesús de recibirlo. Si lo quieres, no dudes en entregarle toda tu vida a Él. Para ello, asiste tantos días como puedas a la Universal más cercana a ti.

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