¿Quién decide a dónde va tu alma?
Los seres humanos tienen la facilidad de temerle a muchas cosas: a morir, al diablo, a perder a un ser querido, a perderlo todo, etc. Le temen a todo y a todos, pero no a Dios. Por lo tanto, el Señor Jesús reforzó la siguiente enseñanza:
«Y yo os digo, amigos míos: no temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no tienen nada más que puedan hacer. Pero yo os mostraré a quién debéis temer: temed al que, después de matar, tiene poder para arrojar al infierno; sí, os digo: a este, ¡temed!» (Lucas 12:4-5).
En otras palabras, «no se preocupe por su cuerpo, es una casa temporal que diariamente se marchita, su fin es el polvo. Todo pasa: belleza, fama, salud, dinero, familia, amigos, problemas. En la eternidad nada de esto importa, solo importa si su alma ha sido salvada. Temer a Dios es valorar lo eterno», dijo el obispo Renato Cardoso.
La elección está en tus manos
Aunque el Padre es Todopoderoso, la decisión del futuro del alma está en manos de cada uno. Solo en vida es posible decidir el lugar de la morada eterna. Si una persona decide no entregarle su alma a Dios, automáticamente se la entregó al diablo. Porque no hay neutralidad en el mundo espiritual.
«O elige servir al Creador, que solo quiere su bien, o lo rechaza y abraza a los que también rechazaron al Padre: satanás y sus demonios. Dios llama a las personas al temor para que aprendan a valorar por encima de todo lo eterno. Preocúpese por su alma, su salvación y su relación con Dios», concluyó.
¿Cómo priorizar la salvación?
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