Mentes corrompidas
«Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas.» (Tito 1:15)
He aquí por qué tantos malentendidos. Usted dice una cosa y es mal interpretada, parece que no hablan la misma lengua o viven para encontrar una manera de criticarle. En lugar de molestarse, entienda este versículo.
Quien no está bien, ve las cosas de la misma manera que se siente. Ahí usted entiende por qué el Señor Jesús pidió para que oráramos por nuestros enemigos, pues son víctimas de sus mentes corrompidas.
Es como si viviéramos en un mundo en donde todos los habitantes ya pasaron por un lavado cerebral, que, en realidad, corrompió todo lo que tenía sentido para ellos. Ahí viene usted, que adquirió la mente de Cristo, a través de la fe, e intenta explicarles las cosas a ellos. ¿Usted cree que será fácil? ¡Claro que no!
Solo recuerde cuando le fue revelada la fe. Sus ojos se abrieron y usted logró ver muchas cosas que antes ni parecían existir. No sería justo ahora querer que quienes no han tenido esa revelación también vean lo que usted ve.
En su familia, en su trabajo, en su escuela, en la calle, en el mercado, en internet, en fin… Usted siempre encontrará personas que entenderán todo mal. Lo mejor que se puede hacer por ellas es entenderlas y orar. Eso es el verdadero Cristianismo.
Un día, cuando menos se lo espere, ellas tendrán el placer que usted tiene de conocer la fe verdadera y nunca más se dejarán ser corrompidas por este mundo.
Y en caso de que usted sea una de esas personas, que vive con malicia en sus pensamientos sobre las cosas puras, vea la raíz. Primero, usted necesita conocer lo que es puro para, entonces, después entenderlo.
Por Cristiane Cardoso.
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