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Frutos



«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que dé más fruto.» (Juan 15:1-2).

El Espíritu Santo nos fue otorgado para que nuestra vida diera los frutos existentes en Él. Por lo tanto, si Él no los encuentra en uno de los suyos, lo corta, pues ya se distanció de Sus Caminos. Pero los que dan frutos, Él les enseña Sus Preceptos para dar más frutos, santificando Su nombre, que está por encima de todos los nombres. Por Ester Bezerra


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