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Dios odia la hipocresía


La sinceridad llama la atención de Dios y es eso lo que falta en las personas. La mayoría de ellas viven fingiendo, de acuerdo con la apariencia y con el glamor de este mundo y se olvidan de la sinceridad. Puedes ser la peor criatura en la faz de la tierra, la más sucia y la más podrida, pero si eres sincera, Dios te va a dar una oportunidad, porque Él está buscando personas auténticas, transparentes y puras, a pesar de que todos somos pecadores. Dios hace la separación de aquellos que son sinceros de los que no lo son. Él ha hablado: «… este pueblo se acerca con su boca y me honra solo con sus labios; pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí está basado en mandamientos de hombres.» (Isaías 29:13). Ese tipo de personas son las que más hay adentro de las iglesias y de las religiones: hipócrita. Cuando una persona es fingida, ella prueba para sí misma que no cree en Dios, a pesar de estar dentro de una iglesia, cantar alabanzas, ser ofrendante y fiel en sus primicias. Ella guarda en su interior las marcas de sus errores, no los confiesa para Dios y continúa cubriéndose con el rencor de la religiosidad. Esto fue lo que Jesús encontró en los judíos. Él condenó, censuró y advirtió a Sus discípulos y seguidores diciendo: «… guárdense de la levadura de los fariseos y de los saduceos.» (Mateo 16:6), que es la hipocresía. Entonces, hazte un bien a ti mismo: abre tus ojos y cuídate para no caer o cometer el mismo error que los fariseos. De nada sirve que una persona hasta baile música cristiana, pero en el fondo carga en su interior ese pecado.

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